En México muchas mujeres vestían una prenda única en el mundo, hoy a punto de desaparecer: el quechquémitl, que en náhuatl significa “prenda del cuello”. En Mesoamérica, durante la época prehispánica, sólo la usaban gobernantes y en representaciones de deidades del sexo femenino.

Puede ser o no una indumentaria para abrigarse; su principal función es dejar los brazos descubiertos para poder trabajar. Las puntas se colocan al frente y atrás, sobre los brazos, o en casos especiales se coloca en la cabeza como turbante. Se confecciona en telar de cintura utilizando algodón, lana, estambre acrílico, gasa y algodón hilado. Durante la Colonia disminuyó su uso en los actuales estados de Yucatán y Oaxaca, concentrándose en los estados del centro de México, que en muchos casos conservan los estilos de construcción originales y los colores pertenecientes a su región geográfica y grupo étnico.

En abril, el Museo Textil de Oaxaca (MTO) inauguró la muestra El quechquémitl, exclusividad mexicana, que expone de qué modo han cambiado estas prendas a lo largo del siglo XX, y su papel en la identidad cultural de distintas zonas. Muchos de los quesquémeles pertenecen a la última generación que los ocupó. Debido a la influencia de las comunidades urbanas sobre las indígenas y a la discriminación hacia las últimas, la producción del atuendo está por extinguirse.

En Mesoamérica es una de las vestimentas con mayores variaciones en su proceso de elaboración. Prueba de ello son la pintura mural, los códices, las esculturas en Oaxaca y en el sur de Centroamérica; al igual que el color y los grabados del periodo virreinal y del siglo XIX, en los alrededores de la Ciudad de México. Muestras de quechquémitl se han difundido en diferentes museos alrededor del mundo, como el Museo del Quai Branly en París, el Museo Field de Chicago, el Museo de Historia Natural de Nueva York y ahora en el MTO.

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