La cultura olmeca floreció durante aproximadamente un mileno, de 1200 a 200 a.C. En las tierras bajas del sur de Veracruz y Tabasco construyeron grandes centros como San Lorenzo, La Venta y Tres Zapotes, habitados por miles de personas. Transportaban en balsas inmensos bloques de basalto que convertían en esculturas, como tronos y cabezas colosales que retratan sus gobernantes; importaban materiales exóticos como obsidiana, jade, hematita e ilmenita, que convertían en implementos, adornos y artefactos de culto, y codificaron sus creencias religiosas en símbolos plasmados en esculturas, cerámica y otros medios.

El papel de los olmecas en la formación de las antiguas culturas mesoamericanas es insoslayable, como demuestran los elementos de esta cultura en los murales de San Bartolo en El Petén, Guatemala, y en la tumba de un gobernante encontrado el año pasado en Chiapa de Corzo, Chiapas. En Oaxaca, desde los trabajos de Alfonso Caso en Monte Albán, los arqueólogos han visto influencia olmeca en los braseros, en los danzantes y en las figurillas de barro tempranas de Monte Albán.

Cabezas estilo olmeca de figurilas hechas en los altos de Oaxaca. Datan del año 1100 a.C. aproximadamente.

Las relaciones entre olmecas y oaxaqueños cambiaron a través del tiempo. Durante tiempos pre-olmecas (1500-1200 a.C.) se formó una red de intercambio de obsidiana, cerámica, concha de mar y otros materiales, ligando gente en los altos de Oaxaca, el Istmo y la costa del Golfo. Pero en el periodo Olmeca Temprano (1200-900 a.C.) el intercambio cambió. San Lorenzo, precoz y único, creció rápidamente y llegó a ser más de 50 veces más grande que los pueblos contemporáneos más importantes en los altos de Oaxaca, San José Mogote en el Valle de Oaxaca y Etlatongo en el Mixteca Alta. Las grandes ciudades siempre han sido focos de control e innovación, así que no es sorprendente que los olmecas de San Lorenzo controlaran el comercio y la ideología, al codificar sus creencias e inventar símbolos que representaban las fuerzas de la naturaleza deificadas.
La obsidiana utilitaria seguía llegando a Oaxaca de varias regiones foráneas, mientras que la cerámica exótica fue hecha en San Lorenzo y llegó a los sitios grandes como San José Mogote y Etlatongo. Estudios técnicos recientes demuestran que fue exportada cerámica de San Lorenzo hasta los altos, pero no al revés. Los productos especiales exportados de este lugar incluían la cerámica kaolin, muy dura y totalmente blanca, no conocida en otras regiones; la cerámica gris fina, más dura que cualquier cerámica conocida en los altos de Oaxaca, elaborada con diseños olmecas. Al conocer este material, los grupos locales en los altos empezaron a producir sus propias versiones o imitaciones de la cerámica olmeca. Hacían, además, figurillas de barro con representaciones de hombres olmecas, un indicio de que vieron en persona a los exploradores y comerciantes que llegaron a los altos.

Braseros tardiós (contemporáneos con Monte Albán) de cerámica con bandas frontales zapotecas y bocas estilo olmeca. Datan del año 300 a.C. aproximadamente

En el periodo Olmeca Intermedio (900-500 a.C.), La Venta reemplazó a San Lorenzo como la capital. Fueron establecidos centros de control en México central, por ejemplo, en Chalcatzingo, Morelos, y Teopantecuanitlán, Guerrero, y por los altos de Chiapas hasta el Soconusco. Un sitio oaxaqueño de este periodo con esculturas en estilo olmeca es San Francisco de la Paz, en los Chimalapas.
Curiosamente en este periodo, los altos de Oaxaca no vivían la presencia directa olmeca. No hay centros con piedras grabadas como los de México central y Chiapas. Se encuentran entierros humanos acompañados por pequeños adornos de jade, conforme al estilo pan-mesoamericano iniciado por los olmecas de este tiempo, pero la cerámica y las figurillas son locales, y hasta ahora no se notan conexiones fuertes con aquella cultura.

La Venta colapsó alrededor de 400 a.C., seguido por el periodo Olmeca Tardío (400-200 a.C.) y el surgimiento de Tres Zapotes y otros sitios. La población aumentó en toda Mesoamérica, y aparecieron pequeñas ciudades en numerosas áreas. Los olmecas perdieron su monopolio sobre el poder y la innovación cultural. En los altos de Oaxaca, Monte Albán se fundó 500 años a.C., antes del colapso de La Venta. Los orígenes de este sitio se pueden explicar por los conflictos entre grupos zapotecos del Valle de Oaxaca por el control del territorio en el centro del valle. Pero hay elementos innovadores en Monte Albán sin antecedentes locales: la plaza central orientada norte-sur y flanqueada por edificios, piedras grabadas con representaciones de personas (los danzantes), entierros en tumbas con paredes de piedra, entre otros. Estos elementos tienen antecedentes en La Venta. Sus manifestaciones en Monte Albán, son expresiones locales de ideas que reflejan una larga tradición de contacto entre los olmecas y los locales, intercambio que forjó la civilización mesoamericana.

Acerca del autor:

Arqueólogo. Centro INAH Oaxaca.

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