Hacia los 500 años a.C., los zapotecos fundaron una de las urbes más tempranas de Mesoamérica sobre la cresta de un lomerío ubicado al centro del Valle de Oaxaca. Conocido hoy día como Monte Albán, esta antigua ciudad llegó a desempeñar, a finales de la Época Preclásica Tardía (200 a.C.-200 d.C.), el papel de un centro rector de un Estado que abarcó centenares de pueblos y aldeas del valle. Dentro del contexto del estado político –una sociedad organizada en una jerarquía de clases sociales–, los zapotecos originaron uno de los grandes estilos mesoamericanos que se plasmó en diversos medios, como la cerámica, las urnas, la pintura mural, un sistema propio de escritura, la escultura, y también en el diseño de los monumentos públicos y la planificación de sus urbes.
Si, como se cree, estos bienes -edificios públicos y asentamientos- fueron ordenados por la élite de Monte Albán y la de otros centros urbanos del estado es razonable suponer que los mensajes codificados en ellos comunican, en parte, los intereses de esta clase, la clase gobernante. Como tal, el análisis de la imaginería y la escritura grabadas sobre estos bienes es la clave para comprender los principios zapotecos del poder y cómo la élite mantenía y legitimaba su acceso desigual a los oficios del poder y a los cotizados recursos.