Aunque existen instituciones encargados de proteger el medio ambiente, tanto en el estado como en el país, sus funciones no se ven reflejadas en hechos; el medio ambiente continúa siendo explotado irracionalmente. En el número de abril, presentamos la primera parte de este reportaje sobre los problemas que aquejan a los ecosistemas debido al manejo inadecuado de las políticas públicas ambientales.  Esta secuela concluye con las posibles soluciones que sociedad civil y gobierno podemos y debemos efectuar frente a esta realidad.

 

 

En 1983 se crea el primer organismo público que integró políticas, actividades y acciones relacionadas con la protección al medio ambiente, la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología (Sedue). Tuvo la finalidad de atender de manera global los asuntos ecológicos, más allá de la protección a la salud humana, eje central de la primera Subsecretaría de Mejoramiento del Ambiente creada en el seno de la Secretaría de Salubridad y Asistencia, en 1972, según informes del Instituto Nacional de Ecología.

 

Actualmente, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA) propone a la sociedad mexicana un esquema moderno de procuración de justicia ambiental para salvaguardar los derechos ambientales y los intereses de la población, vinculados con la preservación del equilibrio ecológico. Sin embargo, algunas de las deficiencias de estas normas recaen en el desconocimiento que la sociedad tiene sobre ellas y en la carencia de personal capacitado para aplicarlas e informar a los habitantes, tanto en las zonas rurales como en las urbanas.

 

“Insuficientes, ineficaces y en retroceso”, de esta manera califica las políticas ambientales el director del Instituto de la Naturaleza y la Sociedad Oaxaca A.C., Juan José Consejo, pues a pesar de estar en boga, la ecología es un tema olvidado. Los funcionarios le dan poca importancia al tópico y priorizan construcciones en zonas naturales, tal es el caso de las presas.

 

 

El biólogo marino Jorge Douglas Brandon Pliego coincide al decir que si las leyes, a pesar de los errores que puedan tener, se aplicaran adecuadamente, la situación natural en México y Oaxaca cambiaría. Es lamentable que en Oaxaca, el estado más rico en biodiversidad, tan sólo cuente con 18 inspectores de la PROFEPA dedicados a cuidar todo el territorio natural, en comparación con Baja California, estado en el que trabajan alrededor de 120 inspectores.

 

“Para el gobierno no es tan importante la situación ambiental, si fuera tan importante como en Costa Rica, país en donde todo tiene que ver con la protección ambiental, la cosa sería distinta, pero no hay mucha voluntad para cuidarla”, comentó el también fotógrafo de la naturaleza y ex trabajador de PROFEPA.

 

La nula aplicación de estas políticas es visible, tanto en el entorno natural que conforman los bosques y las reservas naturales –por mencionar un par de casos–, como en los asentamientos urbanos donde tan sólo el tránsito vehicular, la carencia de áreas verdes y la escasez del agua reflejan el poco interés por mejorar la situación.

 

“El medio ambiente es el tema que más preocupa a nivel nacional y estatal por el cambio climático, y es mediante las políticas públicas como se puede hacer frente a ese problema. En Oaxaca estamos implementando, por ejemplo, un inventario de gases de emisiones a la atmósfera que causan el efecto invernadero, con esto sabremos qué gases se están emitiendo en Oaxaca y de qué manera actuar”, reconoce José Francisco Félix Sánchez, director del Instituto Estatal de Ecología y Desarrollo Sustentable (IEEDS).

 

Alejandro Guevara Sanginés, profesor de la Universidad Iberoamericana, en su artículo Política ambiental en México: génesis, desarrollo y perspectiva (2005), comenta que las instituciones y las políticas públicas destinadas a regular el comportamiento ambiental es un proceso de aprendizaje en cuyo transcurso se han adoptado diferentes posturas y estrategias.

 

Durante este sexenio, el IEEDS tratará de generar un organigrama que asemeje la distribución de trabajo en la SEMARNART y la PROFEPA. Por ello han creado departamentos que centrarán su trabajo en el análisis del cambio climático, el impacto ambiental, la verificación vehicular, el desarrollo sustentable, entre otros temas que grupos ecológicos han puesto sobre la mesa y que urge solucionar. Para Félix Sánchez, una de las principales herramientas que hay que impulsar para un cambio es la educación y cultura ambiental, “tener la conciencia como autoridad y ciudadano para cuidar el medio ambiente, pues si no es así aceleraremos la desaparición de nuestros recursos”.

 

Una de las soluciones, para Consejo la más radical, tiene que ver con la reestructuración política y social del país, pues los problemas que nos atañen son el resultado de una estructura social fragmentada. “No sólo es posible un cambio, sino un cambio a fuerza, pues de continuar con las condiciones en las que vamos, la situación es desastrosa. Falta una verdadera política ambiental, no sólo buenas intenciones, sino acciones”, apunta.

 

A pesar del trabajo impulsado desde la sociedad civil por medio de fundaciones, aún falta mucho por hacer; el cuidado ambiental es algo que cada uno debe tener presente, pues los daños que podamos ocasionarle a la naturaleza afectarán a las futuras generaciones. Preguntar por qué el daño ecológico se ha incrementando rápidamente es una obligación a la que debemos responder en la vida diaria: en nuestra forma de pensar y de relacionarnos con el entorno. Aceptando nuestros errores y buscando la manera de trabajar con las instancias gubernamentales, podría mejorar el panorama.

Acerca del autor:

Juchitán de Zaragoza, Oax, 1986.

Ha colaborado con El Imparcial, Tiempo y Despertar, y en varios portales de noticias en internet.

 

 

 

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