Como lo dejan ver los artistas Bruno Varela y Eugenio Tisselli en sus artículos, Cecilia Delgado en sus reflexiones, Guillermo Gómez-Peña en un poema-ensayo, además de Carlos Amorales, Luis Felipe Ortega, Enrique Ježik y Paola Santoscoy —a partir del trabajo periodístico de Karina Ruiz— estamos inmersos en una nebulosa de formas de ser del arte. En una indefinición que es fértil para la experimentación artística, para la provocación y la creatividad, pero también para la creación de categorías vacías y confusas, simplistas, que lejos de clarificar propician el uso de un lenguaje hermético que oscurece el sentido de lo dicho.
El lector podrá percatarse, al dar vuelta a las páginas, que lejos de buscar una definición o límites creativos para encuadrar con cierta clasificación, finalmente el trabajo de los artistas es crear, como el del fuego arder.