El 26 de julio, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) anunció la apertura al público de la zona arqueológica de Atzompa. Esto representa la culminación del Proyecto Arqueológico Conjunto Monumental de Atzompa (PACMA) –iniciado en 2007 a través de su delegación de Oaxaca– que ofrecerá al estado y a sus visitantes un nuevo destino turístico y, además, ampliará los conocimientos de lo prehispánico.
La antigua urbe de Atzompa es un enigma. La han considerado –junto con el cerro El Gallo– como parte de la antigua capital zapoteca de Monte Albán, sin embargo, está físicamente separada de Monte Albán y del Gallo. Surgen, por lo tanto, varias preguntas: ¿los tres sitios arqueológicos son contemporáneos?, ¿eran comunidades independientes?, ¿quiénes las construyeron?, ¿por qué fueron abandonadas?
Los datos ayudarán a entender Atzompa en el marco de la arqueología oaxaqueña. Como parte del Proyecto Monte Albán de Alfonso Caso, el arqueólogo Jorge R. Acosta realizó exploraciones (1937-1939) de un palacio y un juego de pelota, y encontró unos cilindros de cerámica decorados con glifos. Años más tarde (1971-1973) Richard E. Blanton y sus colegas llevaron a cabo un recorrido arqueológico de superficie en todo Monte Albán, incluyendo Atzompa y El Gallo. Registraron y mapearon la evidencia arqueológica visible en la superficie y así determinaron la extensión total, periodo por periodo, de la antigua ciudad de Monte Albán.
Ésta fue fundada cerca de 500 a. C., empezó como ciudad única en los altos de Oaxaca, cuyos líderes se avocaron a integrar y dominar varias comunidades. Esto se manifiesta, por ejemplo, en su arquitectura pública, especialmente en la gran Plaza Principal, y en su arte e iconografía, por ejemplo, en los Danzantes y las Lápidas de Conquista diseñadas para atraer e impresionar a las comunidades aledañas.
En cambio, Atzompa carece de tales elementos porque es otro tipo de ciudad, formada mil años después de la fundación de Monte Albán. Cuenta con ocupaciones tempranas sencillas, pero las construcciones más llamativas son los monumentos y las residencias que corresponden a una rápida y masiva colonización de la cima del cerro. Por su cercanía a Monte Albán, Atzompa y El Gallo, posiblemente fueron establecidas por gente de Monte Albán.
En el núcleo y la parte más alta de Atzompa aparecen tres elementos arquitectónicos notables: palacios, juegos de pelota y conjuntos ceremoniales llamados TPA o templo-patio-altar. Estos, además de los espacios abiertos para mercados y asambleas, son comunes en las ciudades-estado zapotecas del Clásico Tardío (550-850 d.C.), las cuales proliferaron en el valle de Oaxaca a partir de 550 d. C., aproximadamente.
Antiguas élites
Monte Albán fue sede de una ciudad-estado, así como Lambityeco y Cerro de la Campana, y también Mitla, Yagul y Zaachila, previo a sus ocupaciones posclásicas. Estas comunidades fueron dirigidas por familias de la élite y de segundo rango, quienes habitaban los palacios y residencias de tamaño intermedio, respectivamente, y quienes controlaban las actividades económicas a través del mercado, las actividades religiosas por medio de los TPA y las relaciones entre comunidades, como a través del deporte ritual practicado en los juegos de pelota. Ellas fueron apoyadas por comuneros que habitaban en residencias más pequeñas en las terrazas adyacentes alrededor de los centros. Los comuneros cultivaban los terrenos cercanos, especialmente los de alta productividad; para Atzompa, los mejores eran las extensas planicies aluviales al norte del sitio arqueológico, sumamente fértiles e indudablemente la fuente alimenticia de la población, y análogos a los terrenos entre Xoxocotlán y Zaachila para la población de Monte Albán.
En Atzompa, la relativa escasez de cerámica en la superficie, las pocas remodelaciones de los edificios monumentales y el hecho de que unos edificios quedaron sin terminar –por ejemplo, la plataforma norte del TPA principal– indican una ocupación, o por lo menos un auge breve de quizás unos 100 o 150 años, y una interrupción en su trayectoria. A pesar de sus construcciones impresionantes, por lo menos hasta ahora, carece de las piedras grabadas conmemorativas típicas, por ejemplo, de Zaachila, Macuilxóchitl y el Cerro de la Campana. Por lo tanto, pudo estar sujeta a una comunidad más poderosa, probablemente Monte Albán o, quizá, Loma del Trapiche. Su abandono, evidentemente antes del colapso de Monte Albán, podría atribuirse a una falla de liderazgo o a la pérdida de control sobre los terrenos de cultivo –el recurso fundamental para la sustentabilidad y la autonomía de la ciudad–. San Felipe Tejalapan (mil 500 habitantes) y Loma del Trapiche (cuatro mil 500), al otro lado del río Atzompa, pudieron haber tomado control de los terrenos, obligando a la población a abandonar el cerro e incorporarse a una comunidad más poderosa.
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Acerca del autor:
Arqueólogo. Centro INAH Oaxaca