Durante la segunda edición de la Feria del Libro Independiente de Oaxaca, el escritor nigeriano Chris Abani presentó Canción para la noche. Ésta exhibe “la violencia y la brutalidad sin velos, pero también la Ciudad de México para presentar la novela publicada por sur+ ediciones en la Casa Hankili África. Minutos antes de la presentación charlamos con el autor dos veces ganador del PEN y del Prince Claus sobre su proyecto narrativo, la palabra y el lenguaje.
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CM: Cuando veníamos en la carretera, Gabriel me habló de los diferentes tipos de inglés que se filtran en tu escritura.
GE: Sí, poco después de la presentación de Canción para la noche, en Oaxaca, mencionaste cuatro tipos de inglés que hablas y que respiran en tus textos: el inglés que viene de tu madre, el inglés británico, el inglés nigeriano, el de tu vida actual en Los Ángeles y el pidgin, imbuido de otras lenguas que se hablan en Nigeria –el yoruba, el igbo y el housa… ¿Cómo se filtran todas éstas en tu narrativa?
CA: El inglés es un lenguaje muy árido. Recuerdo una ocasión que fui a la ópera, el libreto estaba en inglés. Servía para comunicar una idea, pero no tenía pasión. El inglés estándar que se aprende en las escuelas es adecuado, pero no tiene vida. Es casi un lenguaje muerto.
Esos otros ingleses pueden expresar la cultura de quienes los hablan. Eso me permite tomar el inglés con el que escribo y extenderlo de una forma casi temeraria, pero que crea una musicalidad y una vida que permite que cualquiera sea incluido en ese lenguaje, sin importar de dónde venga.
CM: Pensando en esta traducción, ¿qué cosas o registros crees que podrían haberse perdido?
CA: De entrada acepto que una traducción es un libro completamente nuevo. En vez de guiar a los traductores prefiero empujarlos para que reescriban el libro. Algunas veces, confundirse en una traducción significa abrir una puerta hacia otras interpretaciones que ni siquiera el mismo autor había pensado. Esos malentendidos son muy emocionantes. Si estas cosas suceden, estos malentendidos, nos recuerdan que el libro está vivo. Es como un virus informático que ahí está por un tiempo, pero que se replica y se mueve hacia distintos lugares.
CM: En Canción para la noche el pretexto es muy evidente: la guerra, Nigeria, etc. Pero, en mi primer lectura pensé que el tema o la idea que querías explorar es el poder de la palabra y del silencio.
CA: Justo eso que mencionas, el lenguaje y el silencio, son las cosas que resumirían el libro. Creo que el mundo sólo existe en cuanto lo nombramos. Hay que vencer el silencio. No hay nada que no se pueda decir con nuestra lengua. El lenguaje es una forma de cambiar el estado de las cosas.
CM: Es evidente que te interesa explorar y extender el lenguaje, pero, ¿qué otros temas te interesa abordar desde tu literatura?
CA: Estoy interesado en la condición de híbrido. Creo que una de las más grandes mentiras es la idea de lo puro. Me interesa la intertextualidad. Tú hablas en español y utilizas la palabras rock n’ roll pues no hay otra forma de decirla, quieres tomar un café y vas al Italian coffee… Todas estas ideas que no son claras, que son contradictorias, que no están definidas me interesan.
GE: Cuando leí tu libro recordé a Ngugi wa Thiong’o, quien dejó de escribir en inglés para comenzar a hacerlo en gikuyu. Él dice que el inglés es una de las formas de colonialismo. ¿Cómo puedes apropiarte del inglés desde tu escritura?
CA: Primero habría que establecer una diferencia de cómo fue el proceso de colonización en África del este y en la parte occidental del continente. En el norte y en el sur se asentaron los colonizadores, mientras que en otras partes no sucedió así. En Nigeria no se pudieron afincar, pues la malaria los mató a todos. A la parte occidental se le llamaba la “tumba del hombre blanco”. Esto traza una diferencia con Ngugi, pues la tierra de su padres fue robada. Es decir, su relación con los colonizadores era diferente. En Nigeria, en donde muchas personas eran dueñas de la tierra, se hablaban 250 lenguas y dos mil 500 dialectos, y era difícil que cada persona escribiera en su propia variante. En ese sentido, el inglés era algo interesante, algo bello, pues era un lenguaje que todos podrían hablar. En África del oeste no sucedió eso, porque ahí no se asentaron los blancos. Cuando Ngugi wa Thiong’o dice que escribe en gikuyu, habría que preguntar qué tan puro es el lenguaje, o hasta qué punto ya se ha mezclado y tiene que ver con esa represión, con esa forma victoriana del inglés. Eso también se puede decir del swahili, que era un lengua utilizada en el comercio. En ese sentido, no existe la pureza. Admiro que deje el inglés como una convicción política, como una declaración de principios.
Como no hay alguien que traduzca gikuyu, Ngugi es el único que lo traduce. Entonces: ¿está traduciendo de gikuyu al inglés? No sé si podemos confiar en él. Dado que el inglés es un lenguaje tan extendido, sería más representativo escribir en éste, que en otra lengua colonial hacia un grupo reducido de hablantes. Si descolonizas la mente, y aunque escribas en inglés, no estás escribiendo desde esa colonización del lenguaje.
GE: ¿Puedes insertarte en una “escuela” o línea literaria de escritores africanos?
CA: En África, ¿específicamente?
GE: No específicamente en África.
CA: Puedo establecer una línea desde Amos Tutuola hasta Wole Soyinka, que creen que sólo se puede ser desde los cosmopolita. Fuera de África podría mencionar a James Baldwin y a Gabriel García Márquez. No me interesan los autores que hablan de una nacionalidad asentada, sino de esta visión más amplia, cosmopolita.