Del 6 al 9 de diciembre de 2011, la poeta mexicana Rocío Cerón impartió en el Centro de la Artes de San Agustín (CaSa) el taller Laboratorio de poesía en acción, que tuvo por objeto el desarrollo de proyectos poéticos que dialogaran con otras disciplinas artísticas, así como el fomento de la ejecución de proyectos textuales en soportes multidimensionales.
La obra de Rocío es una propuesta transversal de poesía, música, video y acción. Ha publicado los libros de poesía Basalto (ESN, México, 2002) que recibieron el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen 2000; Soma (Eloisa Ediciones, Argentina, 2003); Apuntes para sobrevivir al aire (Urania, México, 2005); Imperio/Empire (CONACULTA-FONCA, 2009, edición interdisciplinaria y bilingüe); La mañana comienza muy tarde (La Propia Cartonera, Uruguay, 2010), Tiento (UANL, 2010) y Gramática del nudo. Poesía 2000-2010 (SINABI, Costa Rica, 2011), entre otros. Ha sido traducida al inglés, francés, finés, sueco y alemán y forma parte de numerosas antologías en México, Latinoamérica y España.
El trabajo de Rocío es una interesante propuesta interdisciplinaria en la que las artes dialogan y forma un círculo de creación continua que apela al descubrimiento mismo del lenguaje, sea cual sea su naturaleza literaria, sonora o plástica. En entrevista con El Jolgorio Cultural, la escritora nos cuenta acerca de su arte.
¿Cómo defines tu trabajo literario? Usas términos como “poesía en acción” o “poesía expandida”.
Literariamente como texto, creo que lo que yo he escrito desde que empecé hasta el día de hoy es una búsqueda sobre el lenguaje, sobre las estructuras del lenguaje, con ciertos ejes temáticos que siempre he estado recorriendo, viéndolos desde distintos puntos, como con una mirada digamos “poliédrica” sobre los mismos temas, que son la condición humana, la muerte del padre, la forma en que se construyen los núcleos familiares, el lenguaje en sí mismo, cómo se articula, el deseo, el deseo sobre lo otro, que es lo que rompe de alguna manera con un cierto orden o equilibrio. La migración. Son temas que siempre están presentes en mi poesía. No me gusta encasillarla, sino que creo que justo esas búsquedas van creando una suerte de poesía expandida, que no sólo se queda en el lenguaje, sino que sale a dialogar con otras artes.
¿Cómo se desarrolla tu proceso de creación? Tú realizas presentaciones escénicas de lectura en voz alta acompañada de música. Desde dónde creas, ¿en un principio tu obra ya está relacionada con otras artes?
En realidad, cuando estoy escribiendo, estoy en la materia en la que construyo ese hábitat verbal o textual que es el lenguaje, las palabras. Yo creo que hay una musicalidad o cierta pulsación que responde a mi respiración en ese instante, que evidentemente sí tiene que ver con el ejercicio de que en algún momento se puede volver oral o no el poema, pero no como primer punto de partida. El poema va saliendo y va surgiendo, y luego yo sé que puedo hacer muchas cosas con él. Por eso creo que el texto puede vivir en su continente textual, sea cual sea, no solamente la página, hasta puede ser el muro, el internet o lo que sea, y que a la hora escénica –porque a mí sí me interesa mucho la experimentación escénica, oral, de la poesía en voz alta– ver cómo el poema también va construyéndose desde distintos filamentos. Ambos espacios no están reñidos, el poema siempre habla naturalmente, honestamente.
En el taller comentabas que algunos artistas, como parte de su pieza, muestran su proceso de creación. ¿Cuál es la importancia de presentar este proceso e integrarlo a la obra final?
Yo creo que lo que es más importante es el proceso de pensamiento para llegar a la creación, es decir, el proceso de discurso para llegar a la pieza. Porque encuentras todos los procesos, las asociaciones, los capítulos, las entradas y las salidas de un proceso que a veces se asemeja al tuyo, a veces no, pero que entiendes. Cómo va discurriendo en la reflexión el artista para llegar a una pieza específica. Esas mesas de trabajo como las de Francis Alÿs, me parecen profundamente interesantes porque puedes entrever, como en una especie de microscopio, no la gota de sangre sino todo lo que hay en la gota de sangre, y entiendes todo ese proceso celular de unión y de sinapsis de todas las partes y todas las células de pensamiento del artista, que están ahí. A mí me parece interesantísimo, mucho más, el proceso de creación que la obra misma.
¿Cuál es la importancia del trabajo en taller? Tú te relacionas con otros artistas, crean a la par. ¿Cómo se desarrolla este trabajo en conjunto?
Bueno, más que en taller, es en colaboración. Porque en taller hay como una condición presencial, donde finalmente vas un cierto número de horas a trabajar con alguien. En este caso no necesariamente es así. Tengo un grupo de colaboradores de artistas con los que llevo muchos años trabajando, Bishop, que es músico, Nómada que es videasta, Alejandra Hernández que es compositora, Natalia Pérez Turner, cellista. Y de alguna manera es como una familia, cuando hacemos algo ya sabe cada quién por dónde está buscando o hacia dónde va su nueva búsqueda. Existe una libertad de que el otro haga y exprese lo que quiera, y el punto detonante, el pretexto para juntarnos para hacer ese trabajo en colaboración, es el poema. Pero si el músico me propone unirme a un proyecto para hacer el texto, yo lo hago también. Se ha articulado esta suerte de colectivo, sin ser un colectivo, porque ya nos entendemos muy bien, es casi como familiar. Llegamos a las presentaciones y se articula el diálogo en escena entre música, video, poesía, en el que ya ni siquiera se tiene que hablar. Ya sabemos más o menos si el otro está cansado, te está mandando qué… es un diálogo de muchos años.
Me parece que en esta forma de acercamiento al fenómeno literario la recepción juega un papel importante, diferencial en cuando a otras posibilidades literarias. ¿Cómo puedes explicarnos su naturaleza?
La recepción tiene que ver, en el caso de estas poesías en acción, como yo les llamo, porque el uso o la presencia del cuerpo es como una manera todavía mucho más emotiva o mucho más profunda de acercamiento que en una lectura individual. También puede ser que la lectura individual sea alucinante y que tengas una revelación máxima, no están peleadas, pero es otra forma de percibir el texto, es otra forma de adentrarte a la poesía del otro. Cuando tienes el cuerpo como instrumento de conexión y estás invitando a una reunión colectiva, nace una energía que no te da cuando lees tú solo el libro. A mí me gusta generar esa energía colectiva porque también te nutres de ella y creas una atmósfera en que la gente está ahí casi respirando con el poeta, con el músico y con el videasta. Al final, son distintas formas de acercarse al mismo fenómeno literario.
Por último, ¿cómo defines la ficción?
Todo puede ser ficción y todo puede ser real. Existe esa sensación de que el poeta tiene que ser autobiográfico, que tiene que hablar desde lo conocido. Eso es un error. Yo creo que la ficción puede ser parte de un poema y que puedes hablar de la guerra, puedes hablar de los muertos, puedes hablar del amor profundo, de millones de cosas y temas que no necesariamente hayas vivido epidérmicamente. Y por otro lado, cuando me dicen que una pieza es real, que está basada en toda una documentación de los desechos de basura de ochenta y cinco días, yo también lo pongo en duda porque sé que hay un artificio de edición de las imágenes, porque sé quizá hay ya una voluntad que sabe que ese bote va a ser fotografiado. Entonces es muy delgada la línea entre ficción y realidad.
¿Tiene que ver con los modos de mirar?
Tiene que ver con los modos de mirar y tiene que ver con los juegos que tú propones y que te propongan. No creo que todo sea tan real o tan ficticio.
Acerca de la autora:
Oaxaca, Oaxaca (1988).
Estudió letras hispánicas en la UNAM.
Trabaja su tesis sobre Ricardo Piglia.
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