Con esta exhibición, la asociación Cantini & Terzani busca crear conciencia sobre los actos criminales y alertar a la población sobre los aspectos oscuros de la psique humana que se materializan en seres enfermos, lo que representa un peligro en la sociedad. En un panel del Museo del Policía se reúnen las fotografías de los sádicos nacionales como “El chalequero”, “Goyo Cárdenas”, “Las Poquianchis”, Juan Corona, Adolfo de Jesús Constanzo, Rafael Reséndiz, “El sádico”, “El chacal de Xochiaca”, Abdel Sharif y Juana Barraza “La mata viejitas”. En un resumen se presenta el número de víctimas y si los homicidas están en la cárcel o ya fallecieron.
Ruiz González comentó que la muestra no busca enaltecer el morbo o la apología de la violencia, por ello, a los homicidas seriales mexicanos no se les acondicionaron grandes espacios, ni imágenes de sus muertes. Los filmes La matanza de Texas, El silencio de los corderos, Gacy “el payaso asesino” y Deranged, por mencionar algunos, son otra forma de presentar la vida de los asesinos.
Albert Fish, “El hombre gris”
Entre los más sanguinarios internacionales, se expone la detención de Albert Fish, originario de Nueva York. El rostro de este hombre se representa como un indefenso abuelo con bigote blanco, ojos claros y pómulos sumidos. Un anciano cruel que asesinó y violó, según su declaración, a 100 niños. En las investigaciones realizadas confesó que se sentía obligado a matar niños, ya que actuaba “bajo órdenes de Dios”. Desde los 5 años fue enviado a un orfanato, ahí fue azotado y golpeado frecuentemente. Después de un tiempo, descubrió que disfrutaba del dolor físico. Los golpes le provocaban erecciones, por lo que los demás huérfanos lo molestaban.
En el museo se exhibe una radiografía de su cuerpo, donde se logran ver los 25 alfileres que se introducía en el ano a consecuencia del masoquismo que practicaba. Se le detectaron enfermedades como coprofagia, pedofilia y flagelación “en el nombre de Dios”.
Para capturar a sus víctimas se sentaba en los parques o en las banquetas. Buscaba en su mayoría a niños negros, a los que convencía para llevar a su casa. Fue detenido luego de matar a Gracce Budd, una niña de 10 años. En el museo se muestra la carta que Albert mandó a la madre de la niña, ahí describe el asesinato y cómo se comió con cebollas, zanahorias y tocino ahumado, a la menor. El 16 de enero de 1963, fue ejecutado en la silla eléctrica de la cárcel de Sing Sing.
“Pogo”, el payaso asesino
John Wayne Gacy (Illinois, Estados Unidos, 1942) parecía un hombre normal, se dedicaba a su compañía de construcción y en sus ratos libres, para divertir a niños en hospitales y en eventos de beneficencia, se disfrazaba del payaso “Pogo”. Con el disfraz, Gacy disimuló durante 7 años el asesinato de más de 30 adolescentes, en su mayoría atractivos, a quienes degollaba y enterraba en el sótano de su casa.
Sus biógrafos escribieron que en su niñez fue castigado frecuentemente por su padre alcohólico. El menor se esforzaba para que su progenitor se sintiera orgulloso, pero éste lo llamaba “marica”, “estúpido” y “niño de mamá”. A los 9 años de edad, un amigo de la familia abusó sexualmente de él. Gacy asistió a cuatro colegios diferentes pero acabó abandonándolos y nunca se graduó. En la exposición se muestra una reconstrucción de su casa. En la parte superior se observan los tapetes, televisión y sillones que decoraban el hogar. En la parte inferior se ve el terrorífico sótano convertido en cementerio. Se observan pedazos de costillas, pies y cráneos de los jóvenes que violaba y mutilaba.
Se tiene registro que el primer asesinato lo cometió en enero de 1972. El segundo en enero de 1974, un año y medio después de su matrimonio. Confesó que sus víctimas eran violadas, después las ahorcaba con una cuerda o las degollaba y les cortaba el cabello. Después de un largo juicio donde las confesiones de Gacy causaron horror, murió por inyección letal el 10 de mayo de 1994.
Ted Bundy, feminicida de Vermont
Con Ted Bundy se utilizó por primera vez el calificativo “asesino serial”. Muchas de las teorías y conocimientos adquiridos sobre los homicidas múltiples se deben a él. Según investigaciones se calcula que mató y violó a un centenar de mujeres. Se confirmaron 36 homicidios. En el Museo del Policía se muestra su ejecución en la silla eléctrica, que fue el 24 de enero de 1989.
Para capturar a sus víctimas se hacía pasar por un inocente profesor que tenía una mano enyesada y en la otra cargaba pesados libros de derecho. Les pedía a las mujeres que lo ayudaran. Al estar dentro del vehículo las sometía y las ataba, después las golpeaba brutalmente, las violaba, les mutilaba los órganos sexuales y arrancaba a mordidas trozos de piel.
Sus víctimas poseían ciertas características similares: eran mujeres jóvenes de tez blanca, cabello negro y lacio con peinado de raya en medio. La mayoría estudiantes que desaparecieron de las universidades de Utah y Washington. A diferencia de los dos asesinos anteriores, Ted Bundy era un hombre de “éxito”. Realizó estudios de psicología y derecho, en los cuales sobresalió, se graduó con honores y era de los estudiantes preferidos.
El diagnóstico dado por Dorothy Otnow Lewis, profesora de la New York University, señaló que era un maníaco-depresivo cuyos delitos ocurrían normalmente durante los episodios depresivos. Se sabe que los últimos crímenes que cometió fueron el 14 de enero de 1977 en la fraternidad Chi Omega donde la policía encontró el cadáver de Lisa Levy, que había sido golpeada en la cabeza, y brutalmente violada. También estaba el cadáver de Margaret Bowman, estrangulada mientras dormía.
Otros sádicos
En el recorrido se presentan réplicas de las cartas que Jack “El destripador” mandaba a la policía. También se muestra la detención de Jeffrey Dahmer, que asesinó a 16 hombres jóvenes a quienes les perforaba el cráneo y les inyectaba ácido muriático. El ucraniano Andrei Chikatilo se exhibe en la cárcel portando una camisa conmemorativa de los juegos olímpicos de Moscú 80. Mató a 52 hombres, mujeres y niños. Era filólogo y en las investigaciones se supo que tenía problemas y desinterés por el sexo.
Otro asesino exhibido en el Museo del Policía es Ed Gein. La reconstrucción de su casa contempla lámparas, brazaletes, cucharas y bancas hechas con las pieles de las mujeres que mataba o de los cuerpos profanados en las tumbas. Ahí se encuentra un traje hecho con la piel de una mujer, el cual portaba Gein por las noches y que, según investigadores, le causaba placer sexual.
Pese a que no se le comprobó ningún homicidio, pero está en prisión, también se encuentra expuesto el caso de Charles Manson, quien era jefe de una comuna hippie residida en Panamint Valley, “La familia Manson”. De las primeras víctimas del clan fue la actriz Sharon Tate, esposa del director de cine Roman Polanski.
El castigo
Además de los 18 representados, en el museo se exponen diferentes formas de pena de muerte, como la cámara de gas, la silla eléctrica y la inyección letal. Se explica la historia de las técnicas de investigación, desde el jurista Cesare Lomboso, así como el sistema de registro y análisis de las huellas dactilares, el sistema digital para el análisis de residuos balísticos y el “Luminol Test”, un sistema basado en variaciones de luces, utilizado para el registro y localización de rostros.
La exposición abre todos los días, de 10 a 18 horas. El Museo del Policía se ubica en la calle Victoria 82 esquina con Revillagigedo, en el centro del Distrito Federal.
Acerca de la autora:
Oaxaca, 1986. Estudió periodismo en el Programa PRENDE de la Universidad Iberoamericana.
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